América no es una joven rubia estupenda y deslumbrante, como ya imagina el lector, América es como los americanos llaman a su país: USA o para los españoles Estados Unidos. Tal vez penséis: ¿Cómo no voy a estar enamorado de la tierra que ha visto nacer a mi primer nieto? Pero no, no es por eso o…por lo menos no es sólo por eso.
Mi primer contacto con la cultura anglosajona fue allá por lo años setenta en mi primer viaje a Inglaterra. Allí permanecí un mes y desde ese momento descubrí que todo lo que se me había dicho y hablado sobre la pérfida Albión era sencillamente “propaganda”. Al año siguiente volví y mi sentimiento de admiración hacia Inglaterra y su historia fue creciendo a medida que mi conocimiento de su lengua aumentaba. Pero no fue hasta unos años más tarde cuando descubrí a través de Popper el filósofo austríaco, nacido en Viena y exiliado a Londres durante muchos años huyendo del régimen nazi, la maravillosa elegancia del pensamiento de Hume. Y como las cerezas fue surgiendo toda una pléyade de pensadores británicos del siglo XVII y XVIII, desde Stuart Mill a Locke. A través de ellos fui entendiendo como los británicos pudieron conservar tradiciones, respetar la libertad individual, los derechos fundamentales y crear una sociedad democrática sin sacudir sus cimientos ni crear situaciones caótica y revolucionarias como en Francia a finales del XVIII.
Realizar la afirmación que intitula este artículo en España, un país que dentro de Europa se caracteriza por ser el más antiamericano de todos, no deja de ser “políticamente incorrecto” y por supuesto en contra como es lógico de la opinión mayoritaria. Es por eso que tal vez sea más necesario de lo habitual explicar el por qué me encanta América y su “way of life”, modo de vida. Lo curioso es que en este país que tanto desprecia, tal vez sea más correcto decir menosprecia a América y a los americanos, es uno de entre los que su clase media más copia su modo de vida. Llevamos tejanos, “denim”, vaqueros, para vestir, zapatillas, “snikers” para calzar, visitamos los multicines y los centros comerciales (mall) donde cada vez compramos más. Nos gusta conducir un todoterreno o un pickup, vivimos en urbanización en un adosado o unifamiliar, nos gustan las series americanas, el cine americano, cuando se fumaba se fumaba rubio americano, bebemos Coca Cola, masticamos chicle. Y si nos referimos al vocabulario resulta que en nuestra vida cotidiana tenemos que mandar un email, hacer un hangout, preparar el worshop, vestimos casual o chateamos. Todas estas palabras tienen un equivalente en castellano, correo, reunión virtual, taller, ropa informal o charla, así que no es que sean necesarias simplemente indican la potencia de la cultura americana.
Pues bien yo admiro a América y a los americanos y esa fuerza que surge de su sociedad que nos obliga a todos a utilizar su lenguaje. Y admiro a esa sociedad que presume y se siente orgullosa de llamarse “América”, como si todo el continente fuera Estados Unidos. Y envidio a una sociedad que presume de su bandera allá por donde uno va, banderas americanas en las casas privadas, en los colegios, en los coches, en las obras privadas, en los edificios públicos (y no de forma vergonzante, como en algunas comunidades de España)
¿Pero qué es lo que hace a la sociedad estadounidense tan potente, tan segura de sí misma, tan eficaz?
Sin duda no resulta fácil responder a esta pregunta pero en mi opinión la sociedad americana ha heredado de la cultura anglosajona un enorme sentido del utilitarismo no en el sentido filosófico sino en el que da nuestro diccionario de que la cosas, las instituciones, las sociedades tengan un propósito y cumplan sus expectativas. Es decir lo que vulgarmente diríamos que funcionen y sean prácticas en la vida cotidiana. Por otra parte lo que es bueno para las personas será bueno para la sociedad. Esta idea práctica y útil de ver la vida se plasma en todos los aspectos de la vida americana, desde como hacen las casas hasta como comen. Alguien que no esté familiarizado con la comida americana se siente irritado o confuso cuando el camarero del restaurante le pregunta si las patatas las quiere hervidas o fritas, si prefiere patatas dulces (boniato) o normales, si el huevo lo quiere frito, pasado por agua, revuelto si el pan lo quiere integral o de molde o francés, la carne poco hecha, al punto, muy hecha, si la coliflor hervida o a la plancha etc. Las casas americanas son generalmente de madera y como si fueran un mecano de piezas prefabricadas e intercambiables, con ellas se pueden construir miles de casas todas iguales o todas diferentes. Tal vez por ello una casa en Estados Unidos es más barata que en España. Este sentido de lo útil también se extiende a los Colegios profesionales que gozan de un alto prestigio y por supuesto a la enseñanza y a la Universidad. Por otra parte la sociedad americana ama tremendamente la libertad y respeta al individuo como un elemento imprescindible en ese tejido social. Si los individuos, las personas no crecen y prosperan, la sociedad ni crecerá ni prosperará. Lo que es bueno para ti es bueno para América. Pero esto va acompañado de un respeto casi religioso por la propiedad privada. En América no hay rejas mas que en las cárceles. Uno puede pasear por Mountain View pequeña población donde reside mi hija y su marido y las ventanas de las plantas bajas de las casas pueden abrirse desde fuera sin ninguna dificultad.
Hay que tener razones muy poderosas para quitar a alguien su propiedad, tenga esta el valor que tenga.
La sociedad americana ama el trabajo y lo considera una bendición y no una maldición bíblica. “Eres” tu trabajo. Ya seas médico, albañil, fontanero, o policía tu trabajo es lo que te dignifica, te identifica y te permite ser un miembro productivo de la sociedad y pagar tus impuestos. Los americanos están orgullosos de ser lo que son y de hacer bien su trabajo. Sin duda la sociedad americana tiene defectos y puede ser duro vivir en ella porque la sociedad americana es dura con los que se encuentran al otro lado de la ley.
Pero américa es una sociedad abierta donde pasar de una clase social a otra depende de tu propio esfuerzo, amante de la libertad y del trabajo, una sociedad que respeta y confía en las personas, en tu capacidad para con el esfuerzo, con el trabajo, mejorar tu vida y la de tu propio país, con un sentido práctico de la vida y de las leyes que regulan la sociedad y con un alto valor moral de la vida privada y
pública de las personas. ¿Cómo no voy a estar enamorado de América?
Le felicito por su artículo, estoy absolutamente de acuerdo con usted en todo. Se nota que conoce en profundidad los resortes de la sociedad norteamericana. Desde España, la imagen que nos llega de esta gran nación se distorsiona por una serie de prejuicios y tópicos que se vienen arrastrando desde la guerra de Cuba. Y, en las últimas décadas, notablemente acrecentados porque el pertinaz discurso antinorteamericano de la izquierda española ha sabido calar en la opinión pública española. Y todo por el principal pecado del carácter español, que no es otro que el de la envidia. Padece nuestro país de esa vieja y rencorosa envidia del pariente pobre hacia el pariente rico. Así de fácil se puede resumir la cuestión, sin necesidad de análisis sociológicos al uso. Ese pariente que ha triunfado y al que se imita desesperadamente a la par que se odia es lo que representa Norteamérica en el subconsciente hispano.
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