Juegos tradicionales: LOS SANTOS

Uno de los juegos más practicados en Alpuente en la década de los 60 y 70 era el que conocíamos como  “ los santos”.

A pesar del nombre, este juego no tenía ninguna connotación religiosa, pues el nombre le viene   por la similitud con las estampas de imágenes, que en aquella época ya se repartían  por las iglesias y ermitas (Santicos).

Los santos eran las caras de cartulina que recortábamos  de las cajas de cerillas, y coleccionábamos y atesorábamos como el bien  más apreciado.

Las cajas de cerillas eran de tamaño pequeño, dentro estaban los 40 fósforos, hechos de papel enrollado con parafina y la cabeza de fósforo en un extremo, todavía se pueden encontrar en el comercio, más tarde aparecieron los actuales fósforos de madera y los mecheros de gas.

Cuando se acababan las cajas de cerillas  las madres  nos daban los estuches vacíos, y recortábamos la cara superior e inferior de la caja, para así aumentar su colección de “santos”.

En esa época, que no se conocían todavía los cromos, al menos en Alpuente, estas eran los únicos sustitutivos posibles; los había de diferentes temáticas: con personajes, animales, coches de época, aviones, plantas, edificios, etc, en la tapa de atrás de las cajetillas ponía una breve descripción o explicación  sobre el dibujo o ilustración de la cara  principal.

Algunos eran muy apreciados y difíciles de conseguir, y otros no tanto. Como se hace ahora con los

 

 

cromos, de futbol u otros temas,  en los recreos y a la salida de la escuela nos intercambiábamos aquellos que teníamos repetidos.

Pero, además de coleccionarlos e intercambiarlos, lo más divertido era el juego con los tacos. Este juego consistía en hacer un “rolde”  o círculo en el suelo de unos 3 mts de diámetro, con un  trozo de yeso, y mediante un “taco” de goma (que obteníamos de la parte trasera de un zapato o bota vieja), golpear con el canto de la goma en el canto del “santo”, hasta hacerlo  salir del “rolde”.

Los santos  se colocaban en el centro  del rolde, y había que tener puntería y habilidad para golpear y  conseguir que el santo  saliera volando unos metros o unos centímetros por el efecto del golpe. El que conseguía sacarlo se lo quedaba como premio y volvía a tirar  hasta fallar o hasta que se acababan las poyas o santos. Entonces había que reponer uno o dos  santos cada jugador para continuar el juego

Podían  jugar  a partir de 2 jugadores hasta 8 o 10 y se sorteaba el orden de las tiradas a  principio de la partida.

Si tenías mala suerte y perdías todos los santos, tenías que iniciar otra recolecta, primero con las cajas de cerillas vacías de casa y luego visitando a los vecinos que no tenían hijos para pedirlas, lo cual algunos hacían gustosamente.

Los buenos  jugadores, tenían un buen “taco” que se guardaban  y estimaban, cuando se perdía o se rompía había que ir al portillo  o a la “rocha” de La Hortichuela para buscar otro zapato o bota vieja y hacer otro nuevo .

Otra forma de juego también con los santos, consistía en dejarlos caer desde una altura de 1,5 o 2 mts, apoyados en una pared hasta el suelo, de forma que cuando uno caía sobrepuesto parcialmente  a otro u otros, te llevabas los dos o tres o cuatro que mochabas o tapabas.

Seguro que más de uno recuerda  conoce y ha jugado a este juego.

 

 

 

 

 

 

 

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