Escribir sobre el fallecimiento de una persona siempre es muy difícil, sobre todo cuando esa persona se ha llevado consigo un pedacito de tu corazón. Por esta razón se me hace un nudo en la garganta al redactar estas líneas y es que Mercedes era una de esas personas que cuando las conoces te atrapan para siempre con su increíble personalidad. Aquellos que la conocían, que eran muchos, saben de qué hablo.
Noventa y un años, dan para muchas historias, algunas alegres, y otras no tanto, pero Mercedes siempre les daba la vuelta y veía el lado positivo.
Si me pidieran que resumiera en una sola palabra cómo la recuerdo, les diría sin dudar un solo segundo: generosidad. Porque no he conocido otra persona que lo ofreciera todo sin esperar nada a cambio. Aunque también era valiente, luchadora y siempre tenía unas increíbles ganas de vivir. En cada momento sacaba la fortaleza necesaria para afrontar los momentos duros que el destino ponía en su camino, haciendo que lo imposible pareciera fácil. Y después de todo, todavía le quedaban energías para sonreír y lo más importante: contagiar su sonrisa a los que la rodeaban.
Me consta que vivió cada día como deseaba, FELIZ, porque se sentía querida y arropada por su familia. Para ellos, un fuerte abrazo.
Carlos Pérez Recio