Pocos dudan de que nos encontramos en plena segunda ola de la pandemia. Los casos se multiplican día a día por un factor de 2 o más. El número de contagiados, el número de ingresos hospitalarios, el número de ingresos en UCI o el número de defunciones sigue el mismo patrón. El sistema de atención primaria se está viendo desbordado. Los hospitales de las zonas más afectadas, Madrid, Cataluña, La Rioja, Aragón, comienzan a tener problemas. Hay desabastecimiento del Remdesivir y si continúa el crecimiento exponencial de pacientes ingresados es posible que comiencen a faltar otros fármacos. Ya pasó durante la primera ola.
Las autoridades sanitarias afirman, ya sin pudor, que la transmisión comunitaria está fuera de control.
La gran mayoría de ciudadanos muestra un comportamiento disciplinado y lleva las mascarillas según las recomendaciones. Y como siempre existe un reducido grupo de inconformistas, negacionistas, inconscientes o irresponsables que no cumplen las normas.
Este es en pocas palabras el resumen de la situación. Un panorama no precisamente muy alentador, en el aspecto sanitario que está repercutiendo, como es lógico en el económico.
Y mientras el ciudadano contempla la situación con enorme preocupación y se pregunta: ¿No se puede hacer nada?¿Qué está fallando? La preocupación no es solo sanitaria, por sus hijos o ascendientes, sino también por su trabajo, por su propio bolsillo.
Qué lejos queda aquel 31 de diciembre en que nos felicitábamos el año con la esperanza que este sería nuestro gran año, en el que se iban a cumplir nuestros deseos y realizar nuestros proyectos. ¡Que ajenos estábamos a lo que se nos venía encima!
Pero intentemos responder a las preguntas que nos hemos hecho. ¿Que podemos hacer nosotros para mejorar la situación?
1.- Reducir al máximo los contactos sociales.
Uno cree que nada malo puede haber en dar un beso o un abrazo a nuestros seres queridos. Sin embargo ellos tienen su propia vida social y laboral y nada nos garantiza que no sean portadores asintomáticos. Ello incluye familia y amigos. Sabemos que buena parte de la transmisión comunitaria del virus se está realizando en el seno de las reuniones familiares o celebraciones, cumpleaños, bodas, bautizos o reuniones. Por otra parte nuestros hijos o nietos después del confinamiento han recuperado las relaciones sociales y juegan con sus amigos y compañeros: un factor más de riesgo para la difusión intrafamiliar.
2.- Medidas de higiene que ya se han comentado como lavarse las manos, no tocarse la cara, llevar mascarilla o mantener la distancia social.
¿Que deben hacer las autoridades sanitarias? Diagnosticar a los pacientes, identificar a los infectados asintomáticos, rastrear todos los contactos y aislarlos preventivamente hasta tener dos pruebas PCR negativas con un intervalo de unos cinco días entre ambas.
Y aquí es donde tal vez ha fallado el sistema. Se abrieron las fronteras sin exigir PCR en origen y sin que se realizaran PCR a las personas que abandonaban el país. El número de rastreadores ha sido insuficiente y muchos de ellos se han incorporado a esta tarea sin formación o con una formación deficiente. Ante la falta de personal cualificado se ha descargado una vez más en la atención primaria una labor para la que no están ni preparados ni motivados. Un rastreador no se forma en un curso acelerado o con personal voluntario. El resultado es que el número de contactos que identifican está por debajo del índice que permite que el virus no se expanda.
Quizá si el lector ha llegado hasta aquí le esté invadiendo el pesimismo. ¿Hemos llegado a un punto de no retorno y estamos condenados a que el virus se expanda sin control? La situación se puede revertir pero requerirá de mucha disciplina por parte de la población y un comportamiento más profesional por parte de las autoridades.
Por último unas palabras sobre dos aspectos que no se han contemplado la vacuna y algún medicamento efectivo contra el virus.
Vamos a hablar primero de la vacuna. La vacuna no estará disponible para el público en general hasta el próximo año, como pronto. Así que queda un largo y oscuro túnel que recorrer hasta su aparición. Pero además la vacuna nunca confiere un 100% de protección. Podría oscilar entre un 60% en la hipótesis pesimista y un 80% en la optimista. Las vacunas pueden provocar efectos secundarios como todos los medicamentos y cuando se produce una vacunación masiva es posible que surjan problemas que no se contemplaron en el estudio inicial. La realidad siempre se muestra mucho más compleja de lo que creemos a primera vista.
Por último un medicamento de eficacia probada frente al virus sería como el unicornio. Quien lo descubriera podrían poner en su “curriculum vitae” sin pudor la etiqueta de Salvador de la Humanidad. Sin embargo en la actualidad de todos los medicamentos que existen en el mercado el único que parece mejorar el curso de la enfermedad aunque no acabar con el virus es el Remdesivir. Es eficaz en aquellos pacientes que presentan una evolución tórpida o muy grave y acorta el curso de la enfermedad pero no siempre se muestra efectivo.
Así pues necesitaríamos un nuevo fármaco. Diseñar un medicamento eficaz contra una enfermedad puede tardar entre 10 a 20 años y a veces no se consigue nunca. De tal forma que deberíamos recurrir a las investigaciones que están ya en curso. Fármacos antivirales que hayan demostrado efectividad en otros virus y redirigir la investigación hacia el Covid. Pero esto llevaría no menos de unos 4-5 años siendo muy optimistas.
Como habrás visto querido lector no son buenas noticias. No puedes controlar lo que hacen los demás o las autoridades sanitarias pero sí lo que haces tú y tu familia. Así que sigue las recomendaciones, restringe tu vida social a lo imprescindible, utiliza mascarilla, lávate las manos y como siempre me despido deseándote ¡suerte!
Muy completo y acertado comentario sobre este tema que a todos preocupa. Poco se puede añadir sin embargo, desde mi ignorancia, me permito añadir algo. Este virus nos pone de manifiesto de manera palmaria algo que ya se sabe y se conoce desde hace tiempo : todos no somos iguales ante la enfermedad. La medicina nos trata a todos igual y ello ocasiona muchos trastornos que englobamos genéricamente en los «efectos secundarios». Este virus obligará a la medicina a realizar un paso más en el estudio y comprensión de la naturaleza humana, mejor dicho, de las naturalezas humanas.
Hola Xisco:
Gracias por consultar la página de la asociación. Y respecto a tu comentario, muy acertado, ¡cierto! Los médicos hemos descubierto que no todos los pacientes son iguales, y por ellos en ocasiones decimos que no hay enfermedades sino enfermos. Hasta hace años no entendíamos porque determinados medicamentos no son bien tolerados por un paciente y/o desarrollan efectos secundarios cuando la mayoría lo toleran bien. Hoy sabemos que parte de esta respuesta personal está en nuestro intestino, en nuestra microbiota. Dentro de nuestro organismo hay un microcosmos con el que interactuamos y que puede modificar nuestro comportamiento y nuestra respuesta a determinados fármacos. Así que acertada puntualización. Saludos.