de Tom Holland
Leí este libro el verano pasado y disfruté enormemente con su lectura. Pienso y ese es el motivo de recomendarlo en esta página que es un libro que gustará a los amantes de la historia pero además aporta al lector una visión sobre la confrontación entre oriente y occidente y que podría hacerse extensiva hoy a occidente frente al islam
En su libro Tom Holland enfatiza sobre la distinta concepción que el mundo oriental y el occidental presentaban en la antigüedad. Oriente era un mundo de monarcas absolutistas, de siervos y vasallos. Frente a esta versión absolutista y piramidal del poder se alzaba Grecia, el mundo occidental, gobernada por la asamblea de ciudadanos libres donde cada individuo podía elegir a sus gobernantes. Las leyes eran votadas en las asambleas por los representantes de los ciudadanos. Todos deben obedecer la ley y nadie está por encima de ella. Esto es algo que nos resulta familiar en la actualidad pero no siempre había sido así y también en Grecia hubo tiranos como Hiparco que fue asesinado hacia el514 a.c.
En oriente, por el contrario, el siervo no poseía la tierra sino que la trabajaba y era el señor, el sátrapa, el soberano el dueño de todas las propiedades y tierras del reino. Estas eran concedidas a determinados gobernadores o sátrapas que las administraban como dueños de bienes y personas.
Tom Holland señala en el libro que el poderío y las riquezas de Persia eran impresionantes frente a la diminuta Grecia. Persia poseía un formidable y temible ejército tanto en número como en equipamiento. Por otra parte el poderío naval persa también resultaba impresionante.
Cualquiera ante un enfrentamiento entre Grecia y Persia no hubiera dudado en apostar que Persia barrería de un plumazo sin ninguna dificultad a un pueblo tan anárquico, tan mal organizado según la concepción de la época y tan pobre.
Grecia tan solo contaba con sus “hoplitas” La palabra deriva del griego “hoplon” que significa “armamento” o “equipamiento” Los hoplitas era una milicia de ciudadanos libres que costeaban sus propios gastos, su propio armamento.
Y en efecto los persas pensaron en Grecia como un paseo militar, un ejercicio para novatos. Y en Grecia al conocer los preparativos de Persia para invadir su territorio se extendió el pánico.
Siendo Darío Rey de Persia los persas prepararon una armada para invadir Grecia y un ejército ateniense al mando de Milcíades se enfrentó a las tropas de desembarco persas. De todos es conocido que la derrota persa en la batalla de Maratón fue brutal y Tom Holland nos explica con todo lujo de detalles el porqué el poderoso ejército persa fue vencido.
Filípides, mensajero griego, recorrió los cuarenta kilómetros que separan Maratón de Atenas y exclamó, al llegar, “hemos ganado” muriendo poco después. Este relato según Tom Holland es apócrifo.
Para los atenienses la batalla de Maratón resultó ser una victoria épica pero para el gran imperio persa no era mas que un pequeño contrapié o fracaso menor de una expedición exploratoria. Los persas lamieron sus heridas y se dispusieron a reformular la estrategia.
Así pues el Gran Rey persa, Darío, no desistió de su empeño de conquistar occidente. Sin embargo al poco del desastre de Maratón los egipcios se alzaron en armas. Egipto de fértiles tierras y abundante grano no podía ser abandonado a su suerte de manera que el ejército cuyo destino iba a ser Grecia fue desviado hacia el antiguo Egipto. Una vez más de manera casual y milagrosa el “ratón griego” se escabullía de entre las garras del gigante «gato persa».
Sin embargo una vez pacificado el territorio de Egipto, de vuelta en Persia diferentes grupos instaron al Rey a poner nuevamente su atención en Grecia
La inteligencia persa consultada por el rey afirmaba que aunque Atenas y Esparta permanecían rebeldes y hostiles otros territorios como Tesalia darían la bienvenida al ejército imperial y una vez dominada Tesalia Tebas y otras ciudades situadas más al sur se verían forzadas a colaborar. La empresa militar de conquistar Grecia estaba plagada de dificultades pero solo así resultaba digna de la atención del Gran Rey.
Diez años separan la batalla de Maratón del desastre de las Termópilas y la heróica resistencia de los “300”
Leónidas se encontraba al mando de la fuerza destinada a parar el avance Persa. Era una misión suicida pero nada había más glorioso para el guerrero espartano que morir en el campo de batalla.
De todos es sabido que al final Persia perdió y el general Mardonio fue muerto y Pausanias conseguiría la victoria que cambiaría el curso de la historia. Grecia conocería un periodo de expansión política, cultural y económica extendiendo su influencia por el mediterráneo hasta Roma. Pero esa ya es otra historia.
Eduardo Escartí Carbonell