Del libro de José Puchades Segarra, titulado: El arte de ser feliz, impreso por J. Marí Montañana, 1982.
Colaboración de Mª Dolores Valldecabres.
I
A la alta Villa de Alpuente,
bastión de La Serranía,
me llevaron en la guerra
mi destino y mis desdichas.
En el mesón de Piato,
que era el mejor de la Villa,
me alojé como un señor,
pues otra cosa no había.
Allí me pasé dos años
como en mi propia familia,
recibiendo el fino trato
de su mujer y de Oliva.
Era el Piato, arquetipo
de aquella raza alpontina,
recio como un almogávar,
más claro que el mediodía
y el más sabio socarrón
que diera nuestra provincia
¡ Cómo recuerda el Piato,
pelo blanco, cara fina
y aquella nariz bermeja
de comer guindillas fritas!
Yendo con él a sus huertas
o al cafetín de la Villa
para jugar al guiñote
alguna que otra partida,
me daba sabios consejos
de rural filosofía…
II
En este mundo traidor,
si estás bobo, te espabilan…
hay que andar con pies de plomo…
¡Hay que tener CABECICA!
Si te juegas los dineros
pon frenos a tu codicia…
confía poco en la suerte…
¡CABECICA, CABECICA!
Cuanto te sientes en torno
de una mesa bien provista,
en el comer y el beber…
¡CABECICA, CABECICA!
Si ves que una moza sale
a la pesca de la anguila,
no te quedes junto al río…
¡CABECICA, CABECICA!
Todo el mundo en el casorio
busca a la mujer bonita;
quien tenga mujer hermosa…
¡CABECICA, CABECICA!
Si algún amigo te enoja
o tu mujer te fastidia,
o alguien viene a disgustarte…
¡CABECICA, CABECICA!
Sal y vete a la montaña;
verás que bien se respira.
deja que ladren los perros…
¡CABECICA, CABECICA!
Procura andar por el mundo
con la conciencia tranquila
solo así serás feliz…
¡CABECICA, CABECICA!