Saber quienes y cómo se construyó la huerta de Alpuente ha sido para mí del todo imposible. He consultado el libro de don Valeriano para encontrar alguna pista o referencia sobre la misma. Sabemos que en Alpuente hubo asentamientos íberos y más tarde romanos y que los humanos tendemos a reutilizar aquello que nos encontramos. De manera que es muy probable que la huerta de Alpuente se construyera sobre la huerta diseñada por los árabes y la de éstos sobre la de los godos que a su vez fue rediseñada sobre la de los romanos y esta sobre la de los íberos. Pero ¿por qué situaron una huerta con una orientación noreste donde los vientos de Javalambre entran casi sin piedad cuando la podrían haber situado con orientación hacia el mediodía, en el solanar. He de reconocer que no tengo respuesta a esa pregunta pero tal vez las tierras de esa zona eran más fértiles o la conducción de agua utilizada para el núcleo urbano sirvió también para regar los huertos.
Durante cientos de años la huerta de Alpuente abasteció de productos de la tierra a sus habitantes. Y como podemos ver en la foto que se muestra en el libro de don Valeriano, foto tomada a finales de los cincuenta, se encontraba por aquellos días en perfecto estado de revista, es decir con las tierras perfectamente limpias y cuidadas. En la foto vemos el muro, la línea de casas junto a la carretera y junto al peñón la inconfundible silueta de la Iglesia. Esto fue en el pasado pero…¿qué vemos hoy en día?: Un conjunto de campos abandonados, matorrales, zarzas y apenas distinguimos alguna senda o camino. Junto a esta selva algunos campos trabajados y cuidados, muy pocos, apenas un veinte por ciento del total.
La huerta de Alpuente pues no es ajena al panorama general del campo en España, en Europa y en general en el mundo occidental. Pensar que se puede sacar algún provecho económico de la huerta es sencillamente una fantasía. Así que cuidar los campos o trabajarlos es sencillamente un “hobbie” para románticos ecologistas o para jubilados amantes de la tierra. Es cierto que algunos vecinos no cumplen este patrón y siguen fieles a la tradición trabajando la tierra. Pero no dejan de ser un fenómeno “estadisticamente no significativo”
Hace unos años Juan Antón, el ex farmacéutico, reunió a los vecinos e intentó promover una junta de regantes y agricultores para recuperar los campos, los muros, las acequias, los caminos y el espacio de la huerta. Pero tropezó con el principal problema todo ello supone dinero, inversión, trabajo. ¿Quien iba a financiar todo ese gasto?¿De dónde iba a salir todo ese dinero? Al final todo quedó en agua de borrajas, un proyecto inacabado y broncas entre los vecinos.
¿Y cual es el futuro? Iniciativas como las de Juan Antón son encomiables pero.. estas iniciativas deben ser bien diseñadas e ir acompañadas de una financiación. El futuro de la huerta de Alpuente es sin duda algo que solo el tiempo nos lo revelará pero podemos dejar que el espacio siga degrandándose o planificar un futuro coherente con su pasado e inserto en el siglo XXI.