Recuerdo haber escuchado a alguien la frase de “solo se mueren los vivos” que seguro que a mas de uno le parecerá un disparate. Pero me recuerda esta otra de Groucho Marx: “no te tomes la vida muy en serio nadie sale vivo de ella”. Y todo ello viene a cuento porque en ocasiones olvidamos lo esencial: vivir tiene riesgos. El más importante como resulta obvio perder la vida o la salud. Todos los días ocurren accidentes domésticos, de tráfico, las personas nos caemos en la ducha, resbalamos en la calle. En nuestra vida cotidiana tomamos decisiones asumiendo un riesgo. Viajamos a Londres en avión áun sabiendo que los aviones sufren accidentes, subimos en coche o montamos a caballo o en bicicleta.
Todos sabemos que los medicamentos tienen efectos indeseables que llamamos adversos. Yo mismo como médico he sentido la frustración de que algún paciente ha rechazado un tratamiento que podría beneficiarle tan solo porque “había leído el prospecto”.
¿Ha pensado el lector que pasaría si diéramos una pastilla de ácido acetil salicílico, la vulgar aspirina, a 38 millones de personas? Esto es lo que está pasando con las vacunas.
Es verdad que las vacunas se administran a una población sana y por lo tanto cualquier evento no deseado se magnifica puesto que transformamos a personas sanas en enfermos o lo que es peor en muertos. Pero todo esto lo hacemos los médicos a diario, aceptamos el riesgo y lo aceptan las personas cuando las sometemos a un programa de cribado para el cáncer colorrectal, por ejemplo. Y todo porque esperamos obtener un beneficio mayor evitar un cáncer y ganar años de vida.
Todo lo expuesto hasta aquí es tan obvio que cualquier escolar de primaria lo conoce. Puede resultar ofensivo para nuestra inteligencia que lo recordemos aquí. Sin embargo nuestros políticos ¿lo han olvidado?
Pero además con su comportamiento dubitativo y vacilante crean la confusión en la opinión pública. ¿Si la clase dirigente toma decisiones que atentan contra el sentido común no estarán ocultando datos? Y esta es la pregunta que se hace el ciudadano medio. ¿Qué está pasando con las vacunas?¿Qué hay detrás de todo este lío? La clase política consulta con los expertos, llámese Agencia Europea del Medicamento o Agencia Española, pero después desoye sus consejos y toma decisiones que no han recomendado las autoridades médicas. La AME recomienda la vacuna y afirma que es segura sin embargo las autoridades solo la indican para una franja de edad. Pero además toman una decisión que no está contemplada en ningún estudio ni tiene base científica ninguna. A las personas de menos de 60 años que han recibido la primera dosis de AstraZéneca se les pondrá la segunda dosis de otra marca comercial. ¿En qué estudio clínico, ensayo u opinión de experto basan esa decisión? No hay respuesta. No hay ningún estudio clínico o ensayo realizado en ningún país del mundo que combine la vacunación con dos vacunas diferentes. ¿Por qué se toman decisiones como interrumpir la vacunación y a los pocos días reanudarla? Estas y muchas preguntas similares se hacen los ciudadanos
Pero vayamos a los datos conocidos. Es cierto que las vacunas se han desarrollado en un tiempo record. Pero en su elaboración no se ha saltado ningún eslabón esencial de la cadena. Se calcula que la vacunación en el Reino Unido con la AstraZéneca ha salvado alrededor de diez mil personas. En Gibraltar se ha conseguido reducir la incidencia del Covid a cero y en Estados Unidos y en California en particular los casos descienden y los hospitales ven como se reducen los casos graves.
En el mundo se han vacunado 38 millones de personas con esta vacuna y se han producido 222 efectos adversos graves de los cuales 34 han sido con el resultado de muerte.
Invito al lector a que hagamos un sencillo juego de comparar datos, calcular las vidas de personas que se pusieron en peligro la semana que se dejó de vacunar con la AstraZeneca. Se dejaron de poner 1 millón de vacunas. La incidencia acumulada en España esa semana estaba en torno a 250 casos. Lo que significa que esa semana de ese millón de “no vacunados” 2500 fueron potenciales pacientes de Covid. Un 10% sabemos que desarrolla complicaciones que precisa hospitalización, es decir 250 ingresos en Hospital y un 2% muere, lo que significa 50 muertes. El acto administrativo de suspender “cautelarmente” la vacunación de 1 millón de dosis supuso poner en riesgo 50 vidas. La vacunación masiva de 38 millones de personas arroja un balance de 34 muertos. Comparamos 1 millón de “no vacunados” contra 38 millones de vacunados y aún así el balance es favorable a la vacuna.
Tal vez algunos se pregunten ¿y los efectos a largo plazo? Pues no los sabemos, así de claro. ¿Pero quién dispone de tiempo para pensar al largo plazo cuando hoy en España mueren todos los días entre 100 y 200 personas?
En definitiva mi recomendación es que todos debemos vacunarnos con las vacunas disponibles y autorizadas por la Agencia Europea. No hacerlo es una decisión personal. A la vista de los datos aparentemente la más arriesgada y la menos razonable.